martes, 23 de agosto de 2016

conocimiento compartido 

El crecimiento del conocimiento es exponencial: cada diez años se duplica el volumen de información que tenemos —y actualmente se debate si no ocurre ya cada lustro. Cuando un profesional de la sanidad acaba la carrera, todavía le falta más de la mitad del conocimiento que necesitará a lo largo de la vida para ejercer su trabajo. Y lo que ha aprendido en la facultad, en veinte o treinta años quedará obsoleto, salvo que opte por un programa de educación continua». Así de contundente se muestra Jim Roldan, consejero delegado de la empresa Linkcare, cuando evalúa el flujo del conocimiento: la rapidez con que circula y se renueva. En esta ligereza, Roldan ha sabido ver una oportunidad. Quizás, también, una solución.
«El envejecimiento de la población es muy sustancial. Un 80 % del gasto del sistema público de salud se invierte en la atención de personas mayores de cincuenta años. De ahí que a medida que la población envejezca, la demanda sanitaria aumentará. El modelo actual no funciona bien, entre otras cosas porque se ha basado básicamente en médicos y especialistas, pensando en una población que tiene enfermedades agudas. Y ahora, buena parte de los pacientes son personas mayores que necesitan una atención diferente: el seguimiento de la evolución de la enfermedad, el ánimo y la socialización. Los perfiles profesionales, por tanto, no son los adecuados. Hace falta otro tipo de profesional sanitario. En algunos países ya existe esa figura, que recibe el nombre degestor de casos

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